PRIMERA PARTE
Medio siglo después de aquella guerra, que mi abuelo me contaba, empezaba en mi una batalla.
Y es que mi guerra aun no ha terminado.
Ingrese como jardinero en la brigada mixta de parques y jardines del ayuntamiento de Madrid.
Fui destinado a la posición Jaca y de ahí al Manzanares el mismo día de llegar,allí hacíamos mas falta.Cubríamos el cauce desde el estadio Calderón hasta la presa numero diez, pasado San Fermin.
Teníamos la caseta debajo del puente Toledo, donde nos cambiábamos y teníamos el armamento.Recuerdo que debido al tamaño, nos veían en cueros desde la M-30, que pasaba apenas unos metros. Por la época del año y que solo cabían dos en el refugio, entre azadones, palas y rastrillos, la mayoría de la tropa nos vestíamos fuera.
Nuestro día trascurría entre la franja de terreno ocupado por los dos tramos de autovía a ambos lados del Manzanares.Cuando mas peligro pasábamos, era al cruzar los tres carriles de la carretera, no podíamos acceder a ningún paso regulado y nos jugábamos el tipo. Habia dias que, cargado con una moto-bomba y metros de manguera sobre una carretilla, tenias que sortear el intenso trafico de esta parte del frente.
Una tarde de regreso a la caseta al lento y pausado paso jardinero, iba con mi amigo y compañero de Majadahonda, Jose Mari, "el Cubero".
Tirábamos piedras al rió, haciendo puntería sobre algo que flotaba, empeñándonos con quien le daba.La diana se acercaba, parecía una pelota, tenia como pelo,!un coco! pensé yo, y seguimos dándole pedradas. El objeto se giro, y entonces pude distinguir la forma de una oreja de un cadáver que arrastrado por la corriente en posición vertical,asomaba parte de su cabeza.
¡Un muerto! grite, y salí corriendo en busca de alguien.Un coche de la policía municipal que pasaba por ahí pare en la carretera, asustado me subí y jadeando les decía:
- Un muerto, he visto un muerto en el río.
Maldita guerra.
Tenia otro camarada, este veterano, que vivía en la Cabaña , en Pozuelo de Alarcon cerca del vértice Rubio.El nos contaba que estando trabajando en Villafranca del Castillo, después de la batalla de Brunete, eran palas de retroescabadoras, que de huesos cargadas limpiaban el terreno para verdes praderas y parcelas ajardinadas.
Pocos tiempo después, me dieron de baja y pase a la ILT, un boquete en el terreno no evitado por no mirar para delante fue el motivo del trance.Meses de baja, prolongados con rehabilitación.
Cobrar y no tocar el azadón. Cuento le eche un rato, que nos explotaban mogollón.
Meses de subsidio, gracias al INEM, y alguna escaramuza como miliciano completaban el jornal en aquellos años, finales de los ochenta.
Estando en el INEM, fui reclutado para cubrir el frente mas allá de Navalagamella, cerca de la desembocadura del río Perales, en la carretera de Aldea del Fresno a Villa Manta.
Timoteo, de Sevilla la Nueva, salia con su camión Pegaso, aquellos con cabina doble con asientos para los operarios, cargado apenas con herramienta y señales de trafico para trabajar en las carreteras.Pasaba por Brunete y en Villanueva de la Cañad me recogía a mi y nos dirijamos hacia Quijorna, donde en el Zorro Rojo nos esperaba Jose Luis. Continuábamos hasta Navalagamella, donde nos esperaba Angel, creo recordar que se llamaba. Los tres, apunto de jubilarse, antiguos veteranos del MOPU, sabios llenos de experiencias, compañeros entrañables, que me marcaron tanto, como el paisaje que todos los días recorría. Trabajábamos sin prisas, mas bien con pausa, arreglando la cuneta de la carretera que desde Aldea del Fresno, donde se nos unía el capataz, que vivia en la casa de peones camineros, a la salida del pueblo. Era encantador, nunca e tenido un jefe igual.
Debido a mi juventud, rompía el ritmo de trabajo de la cuadrilla.
- Tranquilo, chaval. No hay prisa.
Era la norma a seguir.
Me relevaron de la rastilla, y pase a tener la responsabilidad de controlar el trafico, mientras ocupábamos parte de la calzada con una retro-escabadora.
Un día, di el alto a un batallón completo de la escuela de motoristas de la guardia civil de trafico, que en antiguas ¨Sanglas¨, practicaban en esta zona. A parte del grupo primero. que en fila interminable, se dirija hacia mi, al resto, hice parar colocándome señal de prohibido en mano y postura firme en el medio de su trayectoria, obligando les a frenar. Que momento tan curios, yo en inferioridad numérica, había detenido a todo un batallón de la benemérita.
De este destino, pase de nuevo a primera linea Villanueva de la Cañada, junto al río Aulencia.
.